domingo, 10 de agosto de 2008

Me informo, luego existo...

Los medios de comunicación, convertidos en empresas a causa de la mercantilización de la información y debido a intereses que vieron en ellos un gran negocio, se han ido concentrando en grandes grupos llamados Multimedios. La cuestión de fondo pasaría por develar quien es el dueño de la información, o mejor dicho, quién dice qué debe decirse y qué debe callarse o decirse en voz baja y por qué.

Durante los años de la presidencia de Menem, la concentración de medios mutó desde las viejas administraciones hasta las pocas y grandes corporaciones que hay hoy día. Mediante la modificación de la ley de Radiodifusión, fue posible que los holdings empresariales se asociaran e invirtieran en un mercado que comenzaba a abrirse y, en teoría a expandirse cada vez más. Paradójicamente, con la llegada de capitales extranjeros la estructura de la comunicación masiva en Argentina innovó en aspectos tecnológicos y de contenido, pero al mismo tiempo las agendas se unificaron, lo cual redujo oferta de información y la multiplicó cuantas veces fue necesario en las distintas expresiones de un multimedia (el diario, la emisora de radio, la televisión, el portal de Internet, etc.).

El poder buscó de esta forma hacer uso de una herramienta que crecía con el paso del tiempo y se hacía cada vez más fuerte: la información. Al beneficiar a los inversores que se hicieron dueños de los medios de comunicación, el gobierno se garantizaba extender –en apariencia- por tiempo indeterminado esos 30 días de tolerancia que todo mandatario obtiene tácitamente cuando asume un cargo tan importante como la presidencia de un país. En una aparente equivalencia de intercambio de favores, el periodismo vendió parte de sus convicciones y entregó sus valores a los intereses políticos. Los dueños de los grandes multimedios que agrupaban el 90% de la información que se publicaba, se veían beneficiados con una y otra medida que el gobierno tomaba. Incluso tuvieron su gran beneficio económico para evitar las peripecias de la devaluación y salir indemnes de los destrozos ocasionados a las cuentas bancarias. A cambio de esto, el gobierno se garantizaba tener un “aliado invisible” que lo apoyaba de forma indirecta mediante el control de lo que se debía decir y de cómo se debía decir.

Con la “multimediatización” se hizo visible que el hecho de informar pasó de ser una responsabilidad civil a un negocio redondo. En la perspectiva de los grandes grupos económicos que se habían asociado en holdings (que dicho sea de paso, si se tradujera vulgarmente querría decir aguantaderos), la expansión y la adquisición de cada vez mayores empresas era un objetivo primordial. A algunos como el Grupo Clarín les salió esférico el negocio al tener bajo su órbita todo el circuito de la información, desde que nace (en DyN) hasta que llega a los kioscos de diarios y revistas (Papel Prensa y Artes Gráficas Rioplatenses). Otros como el CEI, tuvieron que vender todo lo recolectado para poder saldar importantes deudas económicas.

En el buen uso de la duda para alcanzar la razón, habrá que hacer lecturas entre líneas al hojear un gran diario argentino u observar detenidamente el PERFIL de las noticias. Se deberá dudar entonces, acerca de quién es quien dice qué, cómo dice qué y porque informa “A” y no “B”. Suena complicado, pero al recordar un “Estamos ganando” en las tapas de los matutinos al iniciarse la guerra de Malvinas, el concepto puede llegar a esclarecerse un poco.


(Trabajo Práctico para la cátedra de Análisis y Producción Periodística de la UNLaM - Tecnicatura en Periodismo - 2007)